4 Fiestas que refuerzan nuestro compromiso con Dios

Las celebraciones que hemos vivido durante este tiempo de pascua tiene todas un fin en común: la exaltación de nuestro Dios todopoderoso. A su vez, estas fiestas también están dirigidas a la celebración de nuestra iglesia madre, porque como sabemos la pascua no culmina el domingo de resurrección sino que se extiende por cincuenta días para enaltecer el milagro del plan salvífico de Dios. 

A los cuarenta días de la resurrección de Jesús recordamos su ascensión a los cielos, esta solemnidad nos recuerda varias cosas sobre su vida pública, en especial la confirmación que él nunca nos abandona. Esta era una de las grandes enseñanzas y la razón misma de su existencia: Dios está entre nosotros, el Emmanuel; es por esto que luego de su resurrección pasa un tiempo entre hombres, no solo para reafirmar que había vuelto a la vida y que la profecía se había cumplido, sino también para guiar a sus discípulos en la labor evangelizadora que iniciaría con los once una vez ascendiera. Por esta misma razón, su subida a los cielos es también la confirmación de la vida eterna que nos prometió Dios desde siempre y que con Jesús lo vemos muy claro, siendo el primer ser humano bendecido.

Antes de continuar con las celebraciones venideras después de la ascensión del Señor, haremos una pequeña aclaración en cuanto a lo que refiere la ascensión y la asunción de María a los cielos. Al ser Jesús, Dios mismo, subió a los cielos por medios propios, mientras que Maria es llevada porque Dios así lo ordenó y además ella no podía subir por sí misma, así que un séquito de ángeles la elevaron. Esta distinción es importante tenerla en cuenta ya que, sí entendemos que Jesús es el primer humano al subir, pero él es el mismo Dios, pero la virgen era una simple humana y de esta forma se refuerza la consumación de la promesa a todos los mortales.

En la última fiesta de la pascua completando la triada con la tercera persona que es nuestro Dios, en pentecostés nos llega la gracia del Espíritu Santo y con ella todos sus dones, esta celebración se caracteriza por 3 grandes rasgos: 1. El Espíritu Santo baja y se posa sobre los presentes; 2. El Espíritu Santo unge a los que ahí se reunían con sus dones y les muestra nuevamente la grandeza de Dios y su poder; y 3. Ese día con la visita del Espíritu se conmemora la inauguración de la iglesia, ya que es en estos momentos que los apóstoles inician la evangelización. Así que esta no es solo la fiesta en la que celebramos al Santo Espíritu, sino que también es el cumpleaños de nuestra iglesia, la esposa de Jesús.

Resumiendo lo anterior: Jesús resucita y cuarenta días después asciende, durante estos días él está en misión, haciendo milagros y guiando a sus discípulos para que construyeran su iglesia. Al irse a los cielos nos confirma que la promesa de Dios se cumplió en él y se cumplirá en nosotros. Diez días después de esto, el Espíritu Santo se posa sobre los discípulos derramando sus dones dándole, con esto, nacimiento a la iglesia ya que, después de esto los discípulos empiezan la evangelización. Y de esta forma culmina la pascua en pentecostés, pero aún se aproximan dos fiestas que dan inicio al tiempo ordinario y que encajan perfecto con esta historia de la construcción en nuestras vidas del Dios trinitario y su plan salvífico.

La siguiente solemnidad en nuestro calendario litúrgico, con la cual se inaugura el tiempo ordinario, es la Santísima Trinidad, ya dispuestas las cartas, es momentos de presentarlas, pues esta celebración es el culmen y demostración de la inmensidad de nuestro Dios, la Santísima Trinidad como solemnidad es una oda a la omnipresencia y omnipotencia de Dios. Este concepto de la trinidad es complejo de explicar y por eso solo es posible entenderlo si lo vives, lo experimentas y lo sientes. Para nuestro cerebro en 3 dimensiones no es sencillo entender que uno, son 3 al mismo tiempo y que aunque son diferentes conforman una unidad que lo hace todopoderoso. Este es uno de los grandes misterios de nuestra fe y la realidad es que cada persona de la Santísima Trinidad cumple papel fundamental y esto lo recordamos en pascua ya que, cómo se mencionó anteriormente, la pascua es una exaltación de nuestro Dios, sus milagros y promesas que han sido consumadas gracias a los diferentes papeles que cumple cada una de estas personas.

Por último está la solemnidad del corpus Cristi, el gran misterio de nuestra fe, nuestro ritual sagrado. La transubstanciación del pan en el cuerpo y el vino en la sangre de nuestro señor Jesucristo. Que forma más maravillosa de terminar el iniciar un nuevo tiempo ordinario que con la ceremonia de verdad y el regalo que nos dejó Jesús con su sacrificio, compartiendo cómo hermanos, en comunidad el milagro del verdadero amor, la eucaristía.

Esperamos que este tiempo de pascua haya sido propicio para la oración, el compromiso y la unión en tu hogar y comunidad.