Adviento: Espera de Jesús Recién Nacido y la esperanza de la vida Eterna

Cuando hablamos de nuestro ideal, sobre quién es nuestro norte, meta y culmen como ser humano, pensamos en Jesús.  Muchos lo vemos como un hermano, porque somos todos hijos de Dios; otros lo vemos como el maestro, porque vino a traernos enseñanzas y es de quien aprendemos cómo poner en práctica los mandamientos y cómo agradar a Dios; otros lo vemos como nuestro amado, ese amor ideal que queremos para nuestras vidas. Así y muchas más experiencias humanas tendemos a ver a Jesús de cierta forma que nos ayuda a estrechar lazos con él. No importa cual sea nuestro acercamiento a Jesús, lo importante es querer que este rol que Él cumple en nuestras vidas, funciona como ancla y soporte para hacernos más íntimos con él, a ayudarnos a entender que él es Dios hecho hombre y que fue enviado para que estrechemos lazos con Dios, su padre.

Es por ello que no debemos olvidar un título muy importante que tiene Jesús, este es el de Rey y dado que este mes celebramos la solemnidad de Cristo Rey queremos compartir la relación que todos los católicos tenemos con esta verdad de que Jesús es, de hecho, es el Rey. Primero que nada la solemnidad de Cristo Rey se celebra el último día del calendario litúrgico y esto es a modo de recordar que todo el año que vivimos fue guiado y cuidado por su presencia. 

En Juan 18, 37 Jesús le dice a Pilatos: «¿Entonces tú eres rey». Jesús respondió: «Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz». Jesús se proclama Rey, Él nos asegura que es de la realeza, que para eso ha venido a este mundo, pero un versículo antes, pilatos quiere obligarlo a decir que es el rey de los judios para justificar su crucifixión, a eso Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí». en donde él nos deja claro que nada tiene que ver el plano terrenal con su reinado.

Dado que Jesús no vino para gobernar tierras y pueblos, Él vino a darle validez a las leyes de Dios, por ende el impacto de su obra y su misión no ha sido para adquirir poder y riquezas, sino para elevar los corazones y construir el camino hacia la santidad. Por esto entendemos que Jesús es el Rey del plano espiritual, él quiere conquistar nuestros corazones; todo aquel que decide seguirlo y amarlo es quien entra a su reino.

Dicho esto, solo falta preguntarnos ¿y donde está el reino de Jesús, llegaremos a este una vez muertos? y la respuesta es muy sencilla, ya gozamos de esta gran bendición, todos aquellos que hemos conocido a Jesús y que le hemos seguido en este año litúrgico estamos gozando de su reinado, pues nos hemos dejado gobernar por su amor, por sus enseñanzas y sobre todo por su misericordia, este reino instaurado en la tierra es el camino que Jesús nos dejó para llegar al Reino de los cielos. El papa pío XI nos dice “¡Oh, qué felicidad nuestra si todos los hombres, individuos, familias y naciones se dejaran gobernar por Cristo!” El mundo en que vivimos sería más pacifico, porque al entrar al reino de Jesus nos olvidamos de lo material y empezamos a apreciar y honrar las obras de misericordia, la oración, el crecimiento espiritual, todo esto para prepararnos para ser santos y gozar de la alegría del cielo.

Les deseamos que para la celebración de Cristo Rey del universo recuerden que mientras Jesus siga vivo en nuestros corazones seremos bendecidos y recompensados con algo mayor.