La importancia de la oración en momentos de sequedad espiritual

Cuando pensamos en la oración, creemos en que está haciendo cosas maravillosas por nuestra vida y es aquello que nos mantiene firmes y confiados en la fe, pero usualmente cuando ya hemos recibido bendiciones y nos encontramos “bien”, de repente se nos olvida esta herramienta de comunicación con Dios que tanto usamos en nuestros momentos de dificultad, y esto está bien, de hecho Jesús nos alienta a pedirle al Padre lo que deseamos. Aun así, al usar solamente la oración cuando estamos en momentos de dificultad estamos cayendo en una práctica que, en palabras del Papa, puede ser pagana, ya que la tratamos como un ritual mágico. Es decir: “necesito algo, oro y Dios me lo concede” El Papa nos dice, que no se hace magia con la oración, por eso hoy queremos hablar de esos momentos de sequía espiritual y cómo debemos aferrarnos a la oración especialmente durante esas situaciones en las que nos sentimos alejados de Dios.

Primero que nada hablemos un poco de lo que es la sequedad espiritual, esta puede verse distinta para cada persona; para algunos, o en ciertas ocasiones, aparece cuando nos encontramos en estados de tristeza o desanimo y no podemos encontrar espacios de oración y reposo en el Señor; pero también hay sequedad espiritual cuando la rapidéz del mundo toma lo mejor de nosotros y no encontramos momentos para orar; o cuando nos sentimos en un estado de bienestar y nos olvidamos que debemos orar y agradecer. Estos momentos, en los que abunda la apatía hacia Dios, también es importante reconocerlos, porque no estamos sintiendo necesidad de rezarle a Dios, nos olvidamos por completo de la conversación diaria con el Señor y entramos en un estado de desgano y desdén; los cuales son bastante engañosos, porque nos concentramos tanto en el afán del día y en ese falso bienestar que obviamos por completo rezar.

Para esto el Papa Francisco nos ha dado en varias ocasiones, diversos consejos para que la oración sea el pilar y la columna vertebral que sostiene nuestra fe, ya que si esta no es constante no podremos alimentar nuestro espíritu de la verdadera comida y bebida que es rezarle a Dios. El Papa francisco usa la analogía de una planta que es regada ocasionalmente y una que es regada con frecuencia, la primera estará marchita, recibiendo lo justo y sin gozar del bienestar de ser regada diario; mientras que la planta que es regada con frecuencia siempre se mantendrá verde, nutrida y con vida, pues es recompensada día tras día con agua y luz solar. De la misma forma, la oración es nuestro riego y cuanto más decidamos regar nuestra fe con el agua de la oración más vitalidad y fortaleza tendremos en nuestro espíritu.

Una de las recomendaciones que nos da el Papa, es hacer pequeñas oraciones o jaculatorias que podamos decir en cualquier momento del día. El Santo Pontífice entiende que nuestras vidas están llenas de ruido y que por ello es difícil escuchar a Dios y escucharnos a nosotros mismos, por eso él nos propone aferrarnos a las jaculatorias a modo de permanecer en contacto con Dios todo el tiempo, como cuando enviamos un mensaje a un ser querido por nuestro celular. El nos recuerda que con un “Padre, Gracias por este día” al levantarnos y continuar con: “Ven espíritu Santo” o “Jesús, en ti confio” estas pequeñas oraciones y repeticiones harán un verdadero cambio en la forma en que vivimos nuestra fe.

También, el Papa nos recomienda orarle al Padre, usualmente vemos a Dios como esa deidad lejana e inalcanzable, que es mística y grandiosa a la cual no tenemos acceso, pero al contrario, Jesús nos alienta cerrar esa brecha y acercarnos a Dios como hijos y a verlo a Él como confidente y papá amoroso. Al verlo de esta manera, el peso de hacer oraciones complejas y largas disminuye, y nos alienta a hablarle a Dios con mayor confianza, pues estamos conversando con alguien a quien conocemos y que nos conoce; Dios ya sabe tus necesidades y ha visto tu corazón, sabe cuales son tus tribulaciones y alegrías, dialogar con Él es la mejor forma de sentir consuelo y apoyo. Así mismo, si enlazamos este aspecto de, ver a Dios como el padre cercano que es y procurar hacer pequeñas oraciones, entendemos que no es necesario prolongarse, ni hacer rezos complejos que nos separan de lo que sentimos en nuestro corazón, sino que solo basta con entregarle nuestras alegrías, tribulaciones y sobre todo, nuestro amor. 

Por otra parte, El Papa Francisco, nos anima a compartir estas pequeñas oraciones con nuestra familia, pues cuantos más se unan a la oración en el hogar será más fructífera la sintonía de todos; ya sea, en la mesa, antes de comer, o antes de dormir, compartir la oración es de los mejores regalos espirituales que le podemos hacer a nuestros familiares.

Por último, El Santo Padre nos recuerda la importancia de vivir el evangelio diariamente, leerlo y ver que tiene para decirnos Jesús cada día, estas lecturas no tienen que ser largas ni contener un análisis elaborado, sino que pueden ser lecturas mientras vamos al trabajo, en la hora del almuerzo o mientras abrimos nuestro celular, buscar en la biblia un verso y meditarlo brevemente para tener esa respuesta que esperamos de Dios.

En conclusión, estas herramientas que el Papa Francisco nos presenta son un buen punto de partida para empezar a mejorar nuestra relación con nuestra fe, aferrarnos a Dios en esos momentos donde no nos sentimos capaces de orar y estar en sintonía con él, recordemos que Él siempre nos escucha y nos apoya, aunque no creamos que estamos dándole lo mejor Él siempre tomará de nosotros lo que tengamos para ofrecer.