Reflexiones sobre Mateo 9, 12-13

A lo largo de la Biblia varias enseñanzas se hacen presentes y recurrentes, esto a manera de demostrar los diferentes contextos en donde se pueden aplicar las mismas, la misericordia de Dios no es indistinta a esta tendencia, desde Noe, pasando por Isaac, Job, el mismo Jesús y todos sus apóstoles, e incluso María gozaron de este amor que Dios les da, su compasión y paciencia, y en especial, la confianza del Padre sobre estas figuras en su capacidad de cumplir con sus mandatos y deseos.

Esta confianza nos ayuda a entender que Dios siempre espera de nosotros las mejores acciones y cuando cometemos errores, es Él el primero en perdonarnos y brindarnos una mano. En este artículo queremos reflexionar sobre uno de los tantos versículos en los cuales Jesús nos invita a ser misericordiosos y en el que nos asegura que somos igual dignos de la misericordia de Dios.

La cita que abordaremos será Mateo 9, 12 -13 en el que se versa: “Jesús los oyó y dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»” 

Esta hermosa cita tiene varias partes que podemos abordar; La primera es una invitación a brindar ayuda a quien lo necesita, y esto se refiere a estar siempre dispuestos a escuchar, a orar por los otros, a enseñar la palabra de Dios a los demás y a quienes la necesitan, a tender la mano y a dar de comer al hambriento y de beber al sediento, en otras palabras tener una disposición de servicio pues de eso se trata seguir a Jesús, de amar incondicionalmente y servir con humildad y honestidad. De nada nos sirve darle pan a quien ya tiene uno en cada mano, en cambio debemos conmover al que ya tiene a compartir y al que no conoce de Dios, enseñarle sobre la grandeza de su verdad. Entonces, la primera enseñanza de este versículo es: Practica la misericordia en tu vida cotidiana y en tu contexto con un corazón dispuesto y siempre pensando en llevar a más personas al Padre, con mente y corazón dispuestos pues nunca sabes quien podrá necesitar de la palabra de Dios.

La segunda enseñanza que nos trae el evangelista con esta cita, es reconocer con humildad que somos pecadores y que por tanto Dios también tendrá piedad de nosotros. Él no busca seguidores impolutos y perfectos sino, nuevamente, corazones dispuestos al servicio, a seguirlo y a querer construir una mejor sociedad. Muchas veces nos olvidamos que Dios nos ama tanto que está dispuesto a siempre perdonar nuestras faltas y que incluso lo hace a diario, porque Él sabe que todo esto es parte de nuestro crecimiento personal y espiritual, Él quiere que nos alejemos del mundo que nos presenta fantasías efímeras y nos invita a que nos aferremos a la verdad de la vida eterna. 

Esto último es de especial importancia para entender este verso de Mateo porque literalmente Jesús nos está diciendo que Dios no se rinde con nosotros, Él siempre está regándonos, abonándonos y cuidándonos para que la semilla crezca; esta dedicación solo es posible si nuestro Dios confía en que podemos cumplir con este objetivo, y sobre todo, también nos hace entender que Dios nos consuela y acompaña en nuestros peores momentos, ayudándonos a ponernos en pie nuevamente.

En Iglesia Doméstica queríamos compartir este verso y los animamos grandemente a que lo mediten en sus ReUniones, porque a veces se nos olvida que estamos en este mundo no como individuos sino como comunidad en la que todos hacemos parte del mismo cuerpo y que esos otros miembros del cuerpo son nuestros hermanos; por tanto, para lograr la buena funcionalidad del mismo debemos cuidar todas sus partes entre todos, siendo compasivos, amorosos y pacientes. Del mismo modo aprendemos que nosotros también somos merecedores de la misma compasión, amor y paciencia. 

La invitación de hoy es, intentar ser misericordiosos y recibir el amor de Dios con humildad, como lo dice Jesús en esta cita, Él no ha venido por los justos, sino por los pecadores.