Virgen de la Merced: Guía por el camino de la misericordia

Las advocaciones marianas generalmente toman el nombre del lugar donde se dieron las apariciones de la virgen, pero en otras ocasiones toman el nombre de una virtud o característica que nuestra madre posee, y esto es con la intensión enseñarnos cuales gracias podemos pedirle, para que ella, estando cerca del Padre, se la pida  por los meritos de su hijo Jesucristo.  

En tal sentido, La Virgen de la Merced es una advocación que cumple con este principio ya que es nombrada con una característica especial que posee la madre: “Merced”. Esta virtud de la madre cumple la función de inspirarnos a ser misericordiosos como nuestro amado Jesús. En primera instancia es bueno aclarar que Merced hace referencia directa a la palabra misericordia, la cual se refiere a la virtud de compadecerse de los sufrimientos de otras personas; por tanto, esto significa entender que el prójimo puede estar pasando un mal momento, puede estar sufriendo o en gran dificultad y nosotros, al igual que nuestra madre, debemos estar dispuesto, desde el corazón y desde nuestras posibilidades, ayudarles brindándoles una mano o incluso consuelo.

Fue precisamente un corazón misericordioso el que conmovió a María, haciendo que esta se le apareciese y le encomendase a uno de sus hijos adoptados la liberación de un pueblo. 

La historia de esta advocación inicia con Pedro Nolasco, comerciante en África utilizó todos sus recursos para liberar a los cautivos cristianos que fueron esclavizados a manos de los musulmanes en los primeros años del 1200; Nolasco entregó todos sus recursos y se determinó en liberar a todos los cautivos, pero llegó un momento en el que sus recursos terrenales no daban abasto para dicha labor y es cuando decide orar y pedirle a Dios que le guiara en esta misión. Es en este momento que se le aparece la virgen, a él, junto al Rey Jaime I de Aragón y a Raimundo de Peñafort y les pide que confirmen una orden dedicada a la liberación y redención de los cristianos. Es así que con ayuda del rey se funda la congregación, que años más tardes se llamaría "Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona"

Esta congregación tenía como principal ideal a Jesús, y  es importante resaltar esto ya que María no profesa con esta petición que se haga su voluntad sino la de su hijo; es decir, ella quiere ayudarnos a ser más como Él.  La madre aprovecha la gran devoción de Nolasco y la fiel labor que este tenía con sus hermanos privados de la libertad, para inspirar en Nolasco el deseo de  motivar la devoción de nuestra Santa Madre en la advocación de la Merced, para que ella sea reconocida como la que ayuda en la labor de la liberación de los que están cautivos.

Esta advocación quiere reflejar que aquel que hace el bien y sigue a Jesús puede inspirar a otros a hacer lo mismo. Si el evangelio se nos ve en el rostro, en nuestras acciones y convicciones podemos mostrar que Cristo vive en nosotros; Nolasco conmovió a la mismísima virgen quien también desea que seamos libres y perdonados, quien espera que nos salvemos y vivamos la vida eterna como ella misma lo está haciendo. Por esto creemos, en la advocación de la Virgen de la Merced, que es María misma quien nos enseña que el camino que su hijo quiere que recorramos, es aquel donde sentimos compasión por el otro, donde el sufrimiento de nuestros hermanos nos duele y donde queremos aliviar el dolor del otro como lo hizo el mismo Jesús cuando estuvo en la tierra.

Cada una de las acciones de María con nosotros es para que recordemos la acción de su hijo en nosotros y lo adoremos solo a el, Dios encarnado en ella, la nueva Arca de la Alianza.  Ella con cada una de sus acciones, apariciones y caricias de madre, nos está dando paso para conocer la verdad del Verbo y eso, en sí mismo, es un acto de misericordia pues ella conoce lo que nos hace falta y nos ayuda a alcanzarlo.  Con su obediencia, Fe inigualable, con la oración y con cada elemento de su vida, María nos está enseñando el camino que lleva a la  liberación y a la vida eterna: Jesucristo.